Lectores

miércoles, 18 de enero de 2012

Quiero ser la única que te muerda la boca.

He encontrado al que puede hacerme sonreir cuando el mundo se me viene encima, que me dice cuando me equivoco (y cuando no). Que incluso me hace llorar con sus palabras, que quiere enseñarme el mundo, que desea conocer hasta mis peores defectos, que coge mi mano cuando está con sus amigos, que me recuerda constantemente que le importo y lo afortunado que es por tenerme. Eres tú el que dice: es ella, no hay otra.

domingo, 8 de enero de 2012

Quiero ser eterna, quiero ser canción.

Todos tenemos canciones que marcan alguna etapa de nuestra vida. Que dejan su huella indeleble para siempre en algún recóndito rincón de nuestra piel y porque no de nuestra alma. Mi infancia estuvo marcada por las canciones romanticonas que formaron parte de una larga historia de amor, la de mis padres. Con apenas cuatro años me podias escuchar cantando canciones de lo más variopintas. Desde una chica que se fue para no volver, pasando por una madre coraje y acabando por una pareja que se divertian como niños y pasaban los lunes como si fueran domingos. Durante toda la vida pude ver como mi madre se emocionaba al oirlas, como la trasladaban a esa época en la que se tenía que esconder para poder besar al que unos años después seria su marido. Y mi padre me hacia cómplice de su historia cuando al acorde de alguna de sus letras favoritas me contaba como se las ingeniaba para poder ver aquella chica rubia que contra todo pronóstico acabó robándole el corazón.
Ahora soy yo la que está escribiendo su propio cuento, y a pesar de los años y de todo lo que nos diferencia, tenemos la misma banda sonora. Porque después de años y años escuchando esas voces y esas letras, por fin, las comprendo y solo espero que el destino me tenga guardado lo mismo que a mis padres, felicidad en estado puro y amor después de veinte años juntos.

viernes, 6 de enero de 2012

Solamente cuenta el tiempo que nos queda por perder.

Adoro esos momentos en los que nos sentamos y planeamos nuestro futuro, donde tú acabas riéndote de mi lista de nombres y yo acabo contagiada por tu maravillosa risa. Por esos viajes que hay en nuestras cabecitas, tú siempre pensando en Nueva York y sus luces y yo como una buena romántica empedernida quisiera perderme un ratito por Venecia. Y ¿que más da si nos casamos en una iglesia, en un ayuntamiento o en una playa remota? Sea donde sea, yo como una histérica paranoica llegaria veinte minutos antes y tú como el chico tranquilo que no tiene prisa por llegar ni por irse, estarías diez minutos después. Porque tú eres un poco Norte y yo mucho Sur. Que si, que si algún dia vivimos juntos tú tendrás ese rincón para tus series, tus peliculas y esos comics que tanto adoras y que a la vez compartiran estanterias con mis libros y todos esos pensamientos que durante tanto tiempo llevan adornando libretas y libretas. Los traumas infantiles han conseguido que duermas tapado con la manta hasta la cabeza y mi mania por no dañarme la espalda ha conseguido que duerma recta, aunque si tú estás a mi lado mandaria al carajo la espalda y estaria abrazada a ti toda la noche, todo el dia, toda la vida. Que estás empeñado en que mis despertares tienen que ser con tus besos de abuelo, pero ambos sabemos que yo me despertaré siempre antes que tú y te regalaré mis besos de niña. Que no podiamos ser más diferentes ni más raros, que nos queremos, que no podemos pedir más.