Creo que podría estar toda la vida de la forma en que estuve
ayer toda la tarde. En tu cama, con tu cabeza en mis piernas, acariciándote el
pelo mientras me hablas de todo. Tan sencillo como eso. Me perdia en los trazos
de tu cara y me encontraba en tus ojos verdeazulados mientras tu voz servia de
banda sonora del momento. Me encantas. Y es algo que va a más con el tiempo,
que son más de doscientos días a tu lado y he perdido la cuenta de las veces
que creí morirme de amor. Tan sencillo como te quiero en la puerta de casa. No
solo hablo de amor, ¿sabes? Hablo de necesitarte. Que si un día no oigo tu voz
me siento menos yo. Que ya me he
acostumbrado a que seas la última persona con la que hablo antes de acostarme,
y si no es asi, no duermo tranquila. Y ya no hay forma de que concilie el sueño
si no tengo a tu peluche, ese que me regalaste en aquel lejano 18 de Agosto.
Siempre, siempre, siempre lo abrazo, porque es como si te abrazara a ti, y lo
hago tan fuerte porque no quiero que se escape, que me deje sola. Que ya he
sufrido de periodos de insomnio sentimental, y sinceramente me gusta más esta
época que me regalas, donde mis pies están lejos del suelo. Tan sencillo como
esos besos que desatan, que recomponen, que provocan, que trastocan. Porque lo
más sencillo y cuerdo que he hecho en esta vida ha sido quererte.