Lectores

martes, 26 de marzo de 2013

No estamos rotos, solo torcidos, y podemos aprender a amar otra vez

Hace ya tres primaveras que te llevo encadenado a mi espalda. Desde entonces me has enseñado como conjugar el verbo amar en todos sus tiempos. Como escribir lineas, y lineas de esta historia sin salirme del renglón aunque me temblará la mano. Pero ahora lo que tiembla son los cimientos de este mundo que llevaba nuestro nombre, que era solo nuestro, y que ahora siento que no me pertenece. En mi habitación no pasa el tiempo, aún me quedan tres preguntas sin respuesta, dos recuerdos acosando mi memoria y una mirada de complicidad debajo de la almohada; la misma que ha vigilado mis sueños desde que marcamos el 25 de Agosto de 2011 como fecha inicial de nuestro calendario, y que ahora me acompaña a dormir para olvidar que hubo días que otra voz decoro tus ratos a solas, y que tal vez has soñado más veces con ella que conmigo. El Sol entra por la ventana recordándome que la primavera ya está aquí, que Abril me espera al doblar la esquina para llevarse todas las heridas de este Marzo que es el más lluvioso de las últimas siete décadas, sino me crees, pregúntaselo a mis ojos.