Tienes verdades, abrazos que abarcan ciudades.

Deberías saber cuántas frases comienzo con tu nombre y acabo con un lo quiero mucho. La razón por la que me despierto de buen humor los viernes y odio los lunes. No debería extrañarte, que aún cuando no estás puedo sentir tus labios susurrando palabras que acarician, abrigan, y protegen. Puede que ni imagines que me has hecho tocar el cielo con cada parte de mi cuerpo.  Cada célula, átomo de mi ser ha vibrado alguna vez con tu risa. Y alguna vez me he quedado colgada de tus manos, balanceándome en esto, que tanto tiempo después me sigue pareciendo un sueño. El sueño más bonito que me han hecho vivir.
Tal vez sea hora de confesar que mi mayor afición es dibujar te quieros invisibles en tu espalda, y escribirlos con tinta indeleble en tu mano, como en nuestra segunda cita. Aún puedo notar los nervios de los primeros días, cuando todavía no podía mirarte los ojos, porque sentía que podía morirme de amor en cualquier momento. Pero ni siquiera entonces era capaz de imaginar como ibas a cambiar mi existencia. Como íbamos a inventarnos un idioma que solo nosotros entendemos, como todas las calles que recuerdo serían testigo de nuestros besos, o como la lluvia nos iba acompañar en un abrazo eterno. Te voy a adorar toda la vida. Aunque estemos en cada punta del planeta, o decidamos coger caminos diferentes, nunca vas a dejar de existir en mi corazón, nunca.