Me gusta observarle en la distancia, adelantarme a sus gestos, a sus movimientos los cuales están grabados con tinta china- o francesa- en mi memoria. Que parezca que no nos une nada, que nos separa todo. Como dos desconocidos que se cruzan por una calle cualquiera y que todavia no saben que esa chica tan mona que se arregla el pelo o ese chico al que se le han caido las llaves es su alma gemela.
Recuerdo cientos de tardes sentada al Sol y derepente un sonido, ese sonido que siempre ha ido unido a él, resquebrajando la tranquilidad del momento. Saludos indiferentes, miradas insignificantes.
Él y yo hemos sido siempre esos dos desconocidos. Viviendo vidas que nada tenian que ver, etapas opuestas y nada en común. Así durante 17 años. Hasta que los dos desconocidos decidieron mirarsee por fin a la cara tras una casualidad que les llevó al mismo lugar, a un escenario diferente al que estaban acostumbrados a verse. Fueron aquellos instantes los que descubrieron que puedes estar toda una vida viendo e ignorando a una persona y en diez minutos puede convertirse en el protagonista de algún sueño. Y en media hora en el protagonista de tu vida.
Lectores
sábado, 19 de febrero de 2011
martes, 8 de febrero de 2011
La pieza que faltaba.
Destino. Casualidad. Magia. No sé que término utilizar pero algo debe estar sucediendo en alguna lejana constelación, porque esta alineación de momentos que me llevan a ti, no es normal.
Primero un encuentro, al dia siguiente un sueño, hasta desembocar en una llamada. Y asi llevamos ocho meses. Todo esto después de pasar una vida sin tener noticias de tu existencia. Como si los dos hubieramos decidido volar lejos el uno del otro, y en nuestro calendario particular hubiéramos fechado el mismo dia para nuestro regreso.
Como si tuvieramos una unión mental, un resorte que se activa en nuestras cabezas cuando estamos cerca. Una alarma, que no hace más que sonar si cabe la posibilidad de que tus ojos se pierdan con mi sonrisa. Como si fueras la media naranja más ácida que hubiera podido encontrar. La única media naranja que hubiera podido desear.
Primero un encuentro, al dia siguiente un sueño, hasta desembocar en una llamada. Y asi llevamos ocho meses. Todo esto después de pasar una vida sin tener noticias de tu existencia. Como si los dos hubieramos decidido volar lejos el uno del otro, y en nuestro calendario particular hubiéramos fechado el mismo dia para nuestro regreso.
Como si tuvieramos una unión mental, un resorte que se activa en nuestras cabezas cuando estamos cerca. Una alarma, que no hace más que sonar si cabe la posibilidad de que tus ojos se pierdan con mi sonrisa. Como si fueras la media naranja más ácida que hubiera podido encontrar. La única media naranja que hubiera podido desear.
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